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Trumpel, el gin pampeano hecho con las vainas del Caldén.
ARGENTINA. @𝘓𝘦𝘢𝘯𝘥𝘳𝘰 𝘝𝘦𝘴𝘤𝘰
“𝘓𝘢 𝘪𝘥𝘦𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘧𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘨𝘪𝘯 𝘱𝘢𝘮𝘱𝘦𝘢𝘯𝘰”, confiesa Juan Ignacio Arias Fevrie, creador del Gin Trumpel desde su destilería en la entrada a Quemú Quemú, en el noreste de La Pampa. Es la única de la provincia y está hecha con las bayas del caldén, lo que la convierte en una bebida original en el país, sin igual. “𝘘𝘶𝘪𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘳𝘦𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘢𝘳𝘢 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘪𝘥𝘢𝘥”, agrega. El nombre no es casual, en idioma ranquel significa los frutos de aquel árbol, también únicos en el mundo, monumento natural de la prodigiosa flora del desierto.
Las buenas señales están presentes en toda la historia de este gin. Es además historia reciente. “𝘌𝘯 𝟸𝟶𝟷𝟾 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘤é 𝘢 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰, 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘱𝘦𝘯𝘴é 𝘲𝘶𝘦 𝘪𝘣𝘢 𝘢 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘨𝘪𝘯”, cuenta Juan. “𝘚𝘰𝘺 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘥𝘪𝘥𝘢𝘤𝘵𝘢”, advierte, la intuición juega un papel importante en estos procesos. Enseguida dio un paso adelante: “𝘔𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳é 𝘶𝘯 𝘢𝘭𝘢𝘮𝘣𝘪𝘲𝘶𝘦 𝘺 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘤é 𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘵𝘪𝘭𝘢𝘳”, dice. A prueba y error, fue buscando el camino. Una vez que llegó al propio conocimiento práctico, realizó un curso de elaboración de gin para asegurarse que lo que había aprendido por su cuenta era correcto. “𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘳𝘳𝘢𝘥𝘰”, cuenta.
Volvió a su destilería y le dio forma definitiva al proyecto. Corría el año 2020 y el mundo estaba por cambiar para siempre, pero en Quemú Quemú estaba naciendo el primer gin pampeano. En marzo de este año, en plena pandemia destiló lo que para él era el gin soñado. “𝘘𝘶𝘪𝘴𝘦 𝘶𝘴𝘢𝘳 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰”, afirma. A las bayas del caldén, sumó otras hierbas del terruño. Tardó siete meses en desarrollar la receta. Los caminos de la autogestión son largos, pero generalmente honestos, genuinos y exitosos.
“𝘛𝘦𝘯í𝘢 𝘮𝘶𝘺 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘳í𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘮𝘱𝘦𝘢𝘯𝘰”, vuelve a destacar. Ese fue un camino que tuvo claro siempre. Lo logró. El segundo paso fue dejar su trabajo formal y dedicarse a pleno a la realización completa de su sueño. Es lo que exige a cambio el sueño para ser realidad. Lo hizo y en 2020 comenzó a producir. Así formalmente, se gestó el Gin Trumpel. Las primeras tiradas se las dio a amigos y familiares. La bebida siempre tuvo gran aceptación. Lo siguiente fue darla a conocer.
“𝘓𝘢𝘴 𝘣𝘢𝘺𝘢𝘴 𝘭𝘦 𝘥𝘢𝘯 𝘶𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘰𝘳 𝘵𝘰𝘴𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘺 𝘢𝘮𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢𝘥𝘰, 𝘤í𝘵𝘳𝘪𝘤𝘰 𝘺 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘢𝘭”, explica Juan. La botella, clásica de gin, semejante a una pócima farmacéutica, es toda una declaración de principios. Elegante, moderna y original, su diseño se destaca. “𝘔𝘰𝘯𝘵𝘦 𝘋𝘳𝘺 𝘎𝘪𝘯. 𝘉𝘦𝘣𝘪𝘥𝘢 𝘤𝘳𝘦𝘢𝘥𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘭𝘭𝘢𝘯𝘶𝘳𝘢 𝘱𝘢𝘮𝘱𝘦𝘢𝘯𝘢, 𝘳𝘦𝘴𝘤𝘢𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘦𝘴𝘱í𝘳𝘪𝘵𝘶 𝘺 𝘭𝘢 𝘧𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘭𝘥é𝘯, á𝘳𝘣𝘰𝘭 𝘴𝘢𝘨𝘳𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘶𝘦𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘳𝘪𝘨𝘪𝘯𝘢𝘳𝘪𝘰𝘴, 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘧𝘳𝘶𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘭𝘥é𝘯, 𝘵𝘳𝘶𝘮𝘱𝘦𝘭, 𝘦𝘯 𝘭𝘦𝘯𝘨𝘶𝘢 𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘦𝘭, 𝘯𝘢𝘤𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘨𝘪𝘯 𝘢𝘳𝘵𝘦𝘴𝘢𝘯𝘢𝘭”, de esta manera se presenta el bebida de Quemú Quemú.
“𝘌𝘴 𝘪𝘯𝘤𝘳𝘦í𝘣𝘭𝘦 𝘤ó𝘮𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘶𝘯𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘦𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘵𝘢𝘯 𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘯𝘢𝘤𝘦 𝘦𝘭 𝘨𝘪𝘯”, se asombra. Alcohol, enebro, las bayas del caldén. “𝘏𝘢𝘺 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘵𝘪𝘭𝘢𝘤𝘪ó𝘯”, agrega. Está en lo cierto, los procesos hasta llegar a una bebida espirituosa tienen origen en los primeros tiempos de la edad media, el gin nace de esta manera. La invención de esta bebida se la atribuye al médico holandés Franciscus (o Sylvius) de la Boe, allá por 1550. En la oscuridad de su laboratorio (una destilería) creó el “aqua juniperi”, como un tónico para los dolores estomacales.
El tónico tuvo gran aceptación en Holanda. Pero en 1575 Lucas Bols vio un el negocio: destiló los líquidos macerados de la receta de la Boe y los embotelló con su apellido y llamó a este brabaje, ginebra. Bebida y marca, nacieron juntos. La tradicional botella de ginebra Bols tiene una receta que no se ha modificado en 448 años. ¿Qué diferencia existe entre la ginebra y el gin?, es delgada. La primera es un destilado simple de cereales, mientras que la segunda nace de un destilación del enebro con alcohol de alta graduación. Es aceptable decir que el gin es una clase diferente de ginebra.
“𝘓𝘰 𝘩𝘢𝘨𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘴𝘰𝘭𝘰”, se enorgullece Juan. La producción, la limpieza, la publicidad y la distribución. “𝘌𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘱𝘶𝘦𝘣𝘭𝘰 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘵𝘦 𝘥𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥”, cuenta. Destila tres veces al mes y en cada una nacen 80 litros de gin. El verano es temporada alta, pero el consumo de la bebida ha crecido en los últimos años y no tiene estacionalidad. Se consume todo el año. En Quemú Quemú hay un bar que sólo ofrece este gin, luego se consigue también en Santa Rosa, General Pico, Victorica, Macachín y Castex. “𝘛𝘰𝘥𝘢𝘷í𝘢 𝘩𝘢𝘺 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘓𝘢 𝘗𝘢𝘮𝘱𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘶𝘯 𝘨𝘪𝘯”, reconoce y está trabajando para que esté en toda la provincia.
“𝘓𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘢𝘭𝘢𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯 𝘳𝘦𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘮𝘱𝘦𝘢𝘯𝘰”, cuenta. Era uno de sus objetivos. “𝘘𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘣𝘦𝘣𝘪𝘥𝘢 𝘯𝘰𝘴 𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘳𝘢, 𝘢𝘥𝘦𝘮á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘣𝘶𝘦𝘯𝘰𝘴 𝘷𝘪𝘯𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴”, afirma Juan.
En la soledad de su destilería trabaja gran parte de su día. Allí explica cómo es el proceso hasta obtener el gin. “Se bebe el corazón de la destilación”, anticipa. El primer paso es macerar por 48 horas el alcohol y el enebro. Ese líquido, que ya tiene además las bayas del caldén, se destila en un alambique. Se calienta y cambia de estado, evaporándose y volviendo a modificar su estructura hasta “caer” en forma líquida a un tanque.
“La destilación tiene cabeza, corazón y cola”, argumenta Juan. La primera y la última, se cortan, no sirven. Sólo se usa el corazón de ese destilado. “Intervienen mucho los sentidos, todo es muy artesanal, usas mucho la vista, el gusto. Vas aprendiendo a hacer gin, haciendo gin, después te sale natural”, enfatiza.
¿Cómo se hace el gin tonic perfecto? La pregunta es ineludible. El destilador de Quemú Quemú lo tiene muy claro. “Una copa grande de medio litro, llenarla de hielo, una medida de gin de 40 ml, completar con agua tónica y una cáscara de algún cítrico: limón, pomelo o naranja, los ideales”, puntualiza Juan. Fin del misterio.
“𝘓𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘦 𝘦𝘴𝘵á 𝘢𝘯𝘪𝘮𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘳 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘷𝘪𝘯𝘤𝘪𝘢”, dice Juan, quien tiene una visión privilegiada, la destilería está a un costado de la ruta 1. Hay mucho movimiento. “𝘓𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘮𝘱𝘦𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘦𝘯 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘳 𝘓𝘢 𝘗𝘢𝘮𝘱𝘢”, reconoce. El éxito de su gin es también una señal. “𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘱𝘶𝘦𝘣𝘭𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘴𝘰𝘴, 𝘯𝘰 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢𝘴 𝘴𝘢𝘭𝘪𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘷𝘪𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘭𝘪𝘯𝘥𝘰 𝘺 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘰𝘯𝘦𝘤𝘵𝘢𝘳𝘵𝘦”, agrega. “𝘛𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘢 𝘥𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘴𝘰𝘴”, concluye.